El cambio a Ethernet/IP en los entornos industriales es ya un hecho, de redes Profibus a redes Profinet, de la antigua infraestructura a Ethernet/IP aprovechando el conocimiento y el despliegue existente, lo que supone un ahorro de costes y simplifica el desarrollo y la conexión.
Aún así, este despliegue supone un reto: las características específicas de los entornos industriales influyen en la instalación, la prueba, la puesta en marcha, el rendimiento y el mantenimiento de las redes Ethernet Industrial.
Todas las aplicaciones de Ethernet industrial están diseñadas para funcionar sobre cableado de cobre (par trenzado) o fibra, los mismos medios físicos que utilizamos en Ethernet actualmente, pero con las modificaciones pertinentes para poder trabajar en estos entornos. Los estándares ISO y TIA han desarrollado un conjunto de especificaciones para clasificar los entornos industriales y ajustar los requerimientos a cada uno de estos entornos, definiendo así 3 entornos MICE en base a los siguientes criterios de clasificación:
- M: mecánicas
- I: de Ingreso (entrada de partículas)
- C: climáticas/químicas
- E: Electromagnéticas
De este modo un entorno MICE 1 es un ambiente típico de oficina y un MICE 3 es un entorno industrial más hostil.
Para asegurar un rendimiento en estos entornos también se han diseñado unos cables y conectores específicos (M12-D, de dos pares, y M12-X, de cuatro pares), más robustos e inmunes frente a las hostilidades que pudiera haber en el entorno, y se comprueban nuevos parámetros, como la pérdida de conversión transversal (TCL) que mide la tolerancia del cable frente al ruido externo (señales eléctricas) y el PoE que tiene que recibirse en el extremo para la correcta alimentación del controlador/dispositivo que se conectará en ese punto.
Para realizar la correcta comprobación teniendo en cuenta la clasificación del entorno, el número y el tipo de conectores intermedios, el tipo de cableado, la normativa elegida, etc… deberemos tener la herramienta adecuada, tanto para el despliegue como para la posterior resolución de incidencias. Esto supondrá un ahorro importante de costes tanto en la certificación previa al despliegue, como en la puesta en marcha (por el tiempo empleado en las medidas) y en el posterior mantenimiento, asegurando una maximización del tiempo de actividad de nuestra red.